
Escuchamos, no juzgamos (pero ajustamos)
Artículo escrito por: Hugo Ortiz, especialista en Régimen Simplificado de Confianza (Resico), columnista en El Financiero y conductor del programa de radio Frecuencia Fiscal.
La frase “escuchamos, no juzgamos” se ha convertido en un fenómeno en redes sociales. Con su mezcla de empatía e ironía, encaja a la perfección en situaciones donde el juicio implícito está a la vuelta de la esquina.
¿Pero qué pasaría si el siempre intimidante SAT nos la aplicara? ¿En verdad no nos juzgaría? Aquí exploramos lo que nos podría decir la autoridad cuando lidiamos con nuestros trámites fiscales (y de paso, aprendemos algo útil).
Errores en el llenado de las declaraciones
Tú: “Puse un gasto en donde no iba”.
El SAT: “Escuchamos, no juzgamos, pero ajustamos. Presenta la declaración complementaria (pero sin rencores)”.
Para los que tienen miedo de regularizarse
Cuando te llega un correo con el detalle de todas las declaraciones que tienes pendientes de presentar.
El SAT: “Escuchamos, no juzgamos, pero tampoco olvidamos. Presenta las declaraciones pendientes, paga lo que debes y aquí no pasó nada”.
Cuando “olvidas” declarar ingresos extras
Tú: “Vendí cosas en línea y no las consideré en la declaración mensual”.
El SAT: “Escuchamos, no juzgamos, pero esos ingresos causan impuestos. Presenta una declaración complementaria y paga el impuesto correspondiente”.
Cuando gastaste de más y no tienes cómo comprobarlo
Tú: “Juro que ese gasto era necesario para el negocio, pero se me perdió la nota”.
El SAT: “Escuchamos, no juzgamos, pero te invitamos a pagar, porque sin comprobante, no hay trato”.
Cuando pides prórroga para pagar impuestos
Tú: “Es que este año estuvo difícil y no alcancé a pagar a tiempo”.
El SAT: “Escuchamos, no juzgamos, pero la actualización y los recargos no se toman vacaciones”.
Cuando reclamas un error en tu devolución
Tú: “¡No me regresaron todo!”.
El SAT: “Escuchamos, no juzgamos, pero, ¿realmente era un gasto deducible? Porque nuestras bases de datos dicen otra cosa”.
Cuando intentas justificar un “pequeño desliz”
Tú: “Declaré más deducciones porque mi contador dijo que no pasaba nada”.
El SAT: “Escuchamos, no juzgamos, pero recuerda que tú eres el contribuyente y quien tiene la responsabilidad sobre las deducciones que se consideran”.
Cuando ignoraste las cartas invitación
Tú: “Es que vi el correo, pero pensé que no era urgente”.
El SAT: “Escuchamos, no juzgamos, aunque nuestros recordatorios sí son urgentes. Ahora te toca pagar recargos y actualización”.
Cuando declaraste cero ingresos, pero tienes un coche nuevo
Tú: “¡Es que lo compré con ahorros!”.
El SAT: “Escuchamos, no juzgamos, pero tienes una discrepancia fiscal. A menos que demuestres tus ahorros, tendrás que pagar impuestos”.
Cuando intentas deducir cosas absurdas
Tú: “Quiero deducir el café y las galletas porque son parte de mi creatividad laboral”.
El SAT: “Escuchamos, no juzgamos, pero lo sentimos, eso no se considera como herramientas de trabajo”.
Cuando no tienes RFC pero estás obteniendo ingresos
Tú: “Es que solo estoy haciendo unos trabajitos freelance, no sabía que tenía que registrarme”.
El SAT: “Escuchamos, no juzgamos, pero bienvenido al sistema. Aquí está tu RFC y la lista de las obligaciones que debes cumplir”.
Cuando intentas declarar a último minuto
Tú: “Es que la plataforma se traba y no me dio tiempo”.
El SAT: “Escuchamos, no juzgamos, pero tuviste mucho tiempo para presentar la declaración. Te esperamos con los recargos”.
Como podrás notar, esta frase nos recuerda que incluso en los contextos más formales, como los trámites con el SAT, hay espacio para encontrar algo de humor en nuestras pequeñas (o grandes) confusiones fiscales.
Aunque el SAT probablemente nunca nos juzgue en voz alta, sus actualizaciones, recargos y recordatorios dejan claro que siempre lleva las cuentas claras. Así que, la próxima vez que enfrentes una de estas situaciones, recuerda: el SAT escucha, no juzga… pero ajusta. Y quizá con un poco de orden y dedicación logres que estas expresiones sean solo motivo de risa y no de una realidad.