Pagar impuestos, el “pasatiempo favorito” del ciudadano promedio
Artículo escrito por: Hugo Ortiz, especialista en Régimen Simplificado de Confianza (Resico), columnista en El Financiero y conductor del programa de radio Frecuencia Fiscal.
¿Sueñas con dejar de pagar impuestos? Bueno, sigue soñando.
Seguramente has escuchado a más de uno decir: “¡Yo no pago impuestos!”. Pero, ¿será cierto o solo un mito? Vamos a descubrir qué impuestos realmente pagamos en nuestro día a día como ciudadanos promedio en México.
Empecemos por los godínez y freelancers
Si trabajas en una oficina o eres freelancer, estás en el grupo de los que pagan el Impuesto sobre la Renta (ISR). Este impuesto es un porcentaje que el gobierno toma directamente de tu ingreso. Por ejemplo, si eres empleado, tu patrón ya te retiene automáticamente una parte de tu sueldo para cubrir el ISR.
Por otro lado, si eres freelancer, debes declarar tus ingresos y pagar este mismo impuesto, ya sea por los servicios que ofreces o por los bienes que vendes. Es decir, a menos que trabajes en la informalidad, es casi imposible esquivar el ISR.
Ahora, ¿qué pasa con los trabajadores informales?
Este grupo incluye a quienes no están registrados ante el fisco, no reportan ingresos ni presentan declaraciones mensuales de impuestos. Técnicamente, no pagan ISR porque no lo declaran; sin embargo, esto no significa que estén completamente fuera del radar, ya que pueden estar sujetos a otros impuestos indirectos.
Cuando te das el gustito
Cada vez que sales a comer, tomas un café o te compras ropa, estás pagando el Impuesto al Valor Agregado (IVA). Este impuesto se aplica a casi todo lo que consumes y, a diferencia del ISR, no importa cuánto ganes o en qué trabajes: lo pagas cada vez que gastas.
El IVA ya está incluido en el precio de casi todo lo que compras, y esa frase de “más IVA si quiere factura” no tiene ninguna base legal; el precio debería ser el mismo con o sin factura.
El IVA también tiene ciertas excepciones, principalmente para productos de primera necesidad, como alimentos básicos, medicinas y otros bienes esenciales, los cuales no están gravados con este impuesto.
La idea detrás de esto es no encarecer productos básicos para la mayoría de la población. Sin embargo, para el resto de los bienes y servicios, el IVA se convierte en un compañero constante cada vez que abres la cartera.
Y si se arma la fiesta…
Si decides tomarte unas chelas con tus amigos o comprar una botella para la fiesta, estás pagando no solo el IVA, sino también el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS).
Este impuesto se aplica a productos como alcohol, tabaco, gasolina y alimentos con alto contenido calórico, entre otros. El gobierno lo utiliza para desincentivar el consumo de productos dañinos para la salud o el medio ambiente.
Así que la próxima vez que veas el precio de una cerveza, ten en cuenta que está cargada de impuestos, lo cual la hace más cara (aunque sea por una buena causa).
Tanto el IVA como el IEPS son impuestos indirectos, lo que significa que quien los paga eres tú, el consumidor final. La tienda o el restaurante donde haces la compra simplemente actúa como intermediario, recaudando el impuesto y luego entregándolo al fisco. Es por eso que, aunque no lo veas en tus ingresos, de alguna forma estás contribuyendo a la recaudación fiscal del país.
La realidad de las empresas y los impuestos
Es común escuchar a empresarios decir: “Pago muchos impuestos”. Sin embargo, es importante entender que una parte importante de esos impuestos no proviene directamente de sus ganancias, sino de lo que retienen de otros, como el ISR de los empleados o el IVA e IEPS de las ventas a consumidores finales. En pocas palabras, las empresas a menudo son solo un canal que conecta al fisco con el pagador de impuestos.
La inevitable realidad: todos pagamos impuestos
Si alguien insiste en que no paga impuestos, hay dos posibilidades: no entiende bien cómo funcionan o es un fantasma. Incluso si alguien trabaja en la informalidad y no paga ISR, inevitablemente paga otros impuestos al consumir.
Independientemente de tu ocupación, edad o nivel socioeconómico, todos contribuimos al fisco de una forma u otra. La mayoría de los impuestos que pagas llegan a las arcas fiscales a través de terceros, como tu empleador o las empresas en las que consumes.
En lugar de enfocarnos en cómo evadir impuestos, quizá sea más útil asegurarnos de que quienes los recaudan realmente los entreguen al gobierno. Y si alguien te dice que la única forma de dejar de pagar impuestos es cerrar el negocio, no está tan lejos de la verdad.
Al final, los impuestos son como el aire: están en todas partes, y la única manera de evitarlos por completo es dejar de participar en la economía. Pero, si te animas a dejar de consumir o incluso a dejar de respirar, ni así te aseguras de escapar del fisco.